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COMO SE USA UN VIBRADOR


No es ninguna tontería. En muchas ocasiones uno recibe regalos insospechados. Normalmente, te quedas mirando el objeto y preguntándote un montón de cosas: ¿qué es?, ¿para qué sirve?, ¿cómo puede ser que mis amigos me conozcan tan poco?... Si se trata de un cd de grandes éxitos de Kenny G (basado en un hecho real) siempre puedes pensar que es una broma y que a continuación, después de las risotadas provocadas por tu cara desencajada, va a venir el regalo 'de verdad'. Por cierto, en este caso he de decir que, después del cd de marras, no vino nada. Kenny G y punto.
En otras ocasiones, mientras no paras de decir "muchas gracias", "no tengo ninguno" o expresiones por el estilo, te devanas los sesos intentando averiguar qué es ese extraño objeto metálico con el que te han obsequiado: ¿se trata de un abridor?, ¿será un cuchillo?, ¿quizás un cacharro para pelar ajos? No es ningún secreto que los diseñadores industriales están que lo tiran, en cuanto a imaginación sobre todo, y en nuestras ciudades no paran de proliferar tiendas en las que venden objetos de uso cotidiano con formas novedosas, curiosas o decididamente estrambóticas. Ya sabéis, esas tiendas en las que entras a echar un vistazo y siempre terminas comprando algo, ya sea unas velas con aroma a vainilla de Ceilán o un salero con forma de señor. Es que es todo tan mono... Pues bien, tres cuartos de lo mismo podemos decir de la juguetería sexual. Aunque siguen fabricándose y poniéndose a la venta dildos de forma realista (con sus venitas, su prepucio y su todo), de un tiempo a esta parte el menaje de uso sexual ha experimentado una verdadera revolución estética. Confundir un vibrador actual con un artilugio fabricado por Playschool o un accesorio de la Thermomix ya no es algo que sólo pueda ocurrir en una sitcom televisiva. Hasta el más pintado e informado puede tener ante las narices un huevo vibrador y pensar que se trata de un simpático reloj de cocina.
La popularización y normalización del uso de los juguetes sexuales como complemento en las relaciones está provocando que ya no sea motivo de mosqueo el hecho de que se utilicen como objeto de regalo, aunque los haya que sigan reaccionando ante estos artilugios con la misma alegría que cuando tu pareja te dice "tenemos que hablar". "¿Para qué diablos necesitaré yo un estimulador del punto G?", "¿tan necesitado se me ve?" o "esto no me lo meto ni loca" suenan en más de una cabeza, llegado el momento. En otros ambientes, en cambio, estos regalos suelen ser muy celebrados pero, como se suele decir, la alegría siempre va por barrios.
Siempre es preferible que el comprador de un juguete sea quien lo va a usar. Esto que puede parecer una perogrullada tiene bastante importancia. Nadie mejor que uno mismo para saber qué se busca en un juguete, dada la amplia oferta de la que disfrutamos en nuestros días. Además, un vendedor de un sex-shop como Dios manda (cómo me gusta usar esta expresión en estos temas) sabrá aconsejar y guiar al comprador y, una vez escogido el juguete, explicar su funcionamiento y cómo sacarle el máximo rendimiento. Por si acaso (ya sea como regalo, indirecta o disco solicitado) habéis sido obsequiados recientemente con algún juguete erótico y no acabáis de verle la gracia al asunto, ahí van unas cuantas normas que no está de más recordar cuando hablamos de vibradores y juguetes eróticos.
Una vez se tiene el juguete en las manos, en la intimidad del hogar, es recomendable comprobar su funcionamiento sin usarlo todavía en el cuerpo y limpiarlo con una toallita húmeda o un jabón específico para estos artículos. Por supuesto, los juguetes siempre están precintados y salen de fábrica limpios como una patena, siguiendo todos los protocolos higiénicos y sanitarios. Sin embargo, tratándose de un objeto que va entrar en contacto con zonas internas de nuestra anatomía no está de más 'darle un agua'. Por si acaso.
En segundo lugar, aunque en las películas X, cuando salen a escena estos juguetes, siempre optan por cierta política de hechos consumados y muchas prisas, hay que tomar confianza con el tacto del vibrador antes de encenderlo y aplicarlo en la zona genital. A Israel en la franja de Gaza dicha política le ha ido bien, pero en este caso no hay que ser tan bestia. El "hala, pa´dentro" no es nada aconsejable en estos casos. Cuando se enciende el vibrador hay que hacerlo en su capacidad de vibración más baja y, antes de usarlo en el clítoris, la vulva o el ano, es preferible recorrer otras partes del cuerpo para familiarizarse con él. Una vez llegado el momento de dar al vibrador su uso apropiado, es preferible utilizar un lubricante a base de agua (no dañan su superficie) para facilitar y optimizar sus prestaciones. Y a partir de ahí, dejarse llevar e ir incrementando paulatinamente la intensidad vibratoria. Hasta que el cuerpo aguante.

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